Vivimos en un tiempo donde todo tiene que ser inmediato, hacer las cosas con rigurosidad ha dejado de tener la importancia que debería tener. Hoy se valora más hacer las cosas rápido, sin considerar las consecuencias que esto puede traer.
Esto no solo pasa en las personas, sino también en las empresas, donde la inmediatez por hacer las cosas o por tener respuestas rápidas para tomar decisiones, nubla completamente el verdadero propósito del por qué y para qué se están haciendo las cosas, lo que puede provocar efectos adversos en sus negocios.
Tomarse el tiempo adecuado para estudiar y entender el problema a resolver para desarrollar una estrategia que considere todos los factores tanto internos y externos que pueden ser determinantes para que el proyecto genere valor a la empresa, debería ser primordial.
Esto es algo que la industria de la salud y sus profesionales han sabido manejar muy bien, debido a las consecuencias que significa tomar decisiones apresuradas, las cuales podrían terminar hasta en la muerte de un paciente.
Cuando uno va a un doctor ¿cuáles son las cosas que uno toma en consideración? ¿Es un buen doctor? ¿Alguien lo recomienda? ¿Es especialista en mi dolencia? ¿Tendrá las capacidades para ayudarme a solucionar mi problema? ¿Cuenta con un respaldo por detrás?
Después de tomar la decisión, que, por supuesto no fue escoger al más barato de todos, uno acude a la consulta esperando que el doctor le pueda informar de inmediato qué es lo que tiene y cómo lo debe resolver. Aquí es donde el doctor, que sabe que tomar decisiones apresuradas es poco profesional y muy riesgoso, le solicita al paciente lo básico para poder analizar su problema: Exámenes.
Para todos nosotros esto es bastante lógico. ¿Cómo vamos a saber el tratamiento a seguir, el tiempo que va a demorar, los procedimientos a efectuar, y el costo que esto pueda significar sin tener los antecedentes necesarios?
Cuando una empresa requiere desarrollar proyectos de infraestructura, le encarga a un equipo liderar este proyecto y se establecen fechas críticas para que el proyecto se encuentre implementado. Aquí es donde podemos encontrar el primero de todos los problemas, tiempos y expectativas decretadas por la empresa y no acorde a los tiempos reales que se requieren. Dado esto, el proceso de licitación parte con el pie izquierdo desde el primer día, ya que el equipo que lidera el proyecto va con la misión de obtener el resultado (proyecto, tiempos, costos) en la primera consulta.
Pero ¿a qué se enfrentan realmente las empresas y sus equipos que lideran los proyectos de infraestructura cuando emprenden esta misión?
Muchas empresas, se encuentran con oficinas de arquitectura que solo buscan la oportunidad comercial, sin importarle realmente el proyecto, el problema o el cliente. En general, son oficinas que enfocadas en negocios puntuales y no en relaciones a largo plazo. Estás oficinas se comprometen con tiempos y presupuestos de construcción que no son reales con tal de ganarse el proyecto.
Aquí es donde se ven comprometidos los intereses de la empresa, ya que si deciden apurar el proceso y partir la obra sin el proyecto de arquitectura bien definido y en acuerdo con el cliente en cada uno de los detalles, el proyecto puede terminar costando 2 veces más a lo inicialmente presupuestado. O si la decisión se basa en mantener el presupuesto prometido se cambian especificaciones técnicas y terminaciones del proyecto comprometiendo su calidad.
¡Y lo peor de todo! El proyecto, que finalmente no se ejecutó en los tiempos prometidos, con un valor mucho mayor a lo que debería haber costado, ¡no es capaz de resolver los desafíos de la empresa!
Llevándolo a nuestro ejemplo del paciente y el doctor, el paciente habría recibido un tratamiento que no era lo que necesitaba para resolver su enfermedad, demorándose el doble de tiempo en sanarse y gastando dinero en remedios o procedimientos que realmente no necesitaba.
Al igual que la mayoría de las enfermedades, todos los proyectos son distintos y tienen diferentes problemáticas y desafíos a resolver. Para obtener los resultados que espera el equipo líder del proyecto, es fundamental entender muy bien este desafío con todas las variables que lo pueden llevar al éxito, para luego, desarrollar un proyecto a medida que esté alineado a su identidad y conecte con su modelo de negocios.
Es cierto que un buen proceso toma más tiempo, pero si quieren obtener un buen resultado y optimizar sus recursos, ¡es indispensable!
Aquí alguna de las razones que justifican el tomarse el tiempo necesario para desarrollar un buen proyecto:
1.- Primero vas a invertir en un proyecto de arquitectura donde podrás definir en conjunto con expertos absolutamente todo. No habrá sorpresas. No te enfrentarás a “Es que me imagine que iba a ser diferente” “Es que yo esperaba que fuese de otra forma”. Como este proceso considera todas las variables a resolver, es capaz de asesorar y nivelar las expectativas del cliente, de lo que le gustaría con lo que es posible de acuerdo a su presupuesto.
2.- Con el proyecto de arquitectura y especialidades se podrá tener un presupuesto detallado de lo que significa construir este proyecto.
Con la aprobación de este presupuesto detallado, puede partir la obra disminuyendo al máximo los posibles “adicionales de obra”.
Si el cliente no está cómodo con este presupuesto, es posible revisar partida por partida, en conjunto con la oficina de arquitectura para modificar el proyecto ya sea en base a terminaciones, especialidades, mobiliario o la partida que sea necesaria hasta llegar al presupuesto destinado.
3.- Ya con documentos de construcción y presupuesto detallado y aprobado, comienza la obra y avanza de manera más rápida y sin indefiniciones, por lo que no hay pérdidas de tiempo ni marcha atrás.
Junto con esto, el cliente es capaz de exigir a la constructora lo que se encuentra dentro de los documentos de construcción y sus plazos. No hay espacio para “yo pensaba” o “yo creía que”.
El beneficio es absoluto.
Si uno piensa en los costos de construcción, lo caro que cuestan los errores de proyecto en obra y que probablemente vamos a usar este espacio por mucho tiempo, no tiene sentido saltarse el paso que define todo para apresurar el proceso, ya que te expones a desperdiciar recursos sin certeza de obtener lo que buscabas. Corregir los errores les saldrá más caro y tendrás que vivir con estos problemas por mucho tiempo habiendo invertido una fortuna.
La lógica es pensar, proyectar y luego implementar. No implementar, mientras estás proyectando sin pensar.
Dan Weitzman
Ingeniero Comercial. Socio y director comercial de Siente Cinco. En Mayo de 2016 asume como Director Comercial de Chile Diseño donde se encuentra cumpliendo su segundo periodo dentro del directorio.